Científicos de Israel han anunciado el desarrollo exitoso de la primera vacuna de ARNm contra la peste, un logro histórico que abre nuevas perspectivas tanto en la prevención de enfermedades infecciosas como en la aplicación de esta plataforma más allá de los virus.
La peste: una amenaza antigua pero persistente
La peste, causada por la bacteria Yersinia pestis, fue responsable de la devastadora “Peste Negra” en la Edad Media, que cobró la vida de decenas de millones de personas. Aunque los antibióticos modernos pueden tratarla de manera eficaz, la tasa de mortalidad aún alcanza entre 60% y 100% si no se inicia tratamiento dentro de las 24 horas posteriores a la infección. La aparición de cepas resistentes a antibióticos aumenta la urgencia de nuevas medidas preventivas.
La tecnología de ARNm da un salto hacia las infecciones bacterianas
Los intentos previos de desarrollar vacunas contra la peste se enfrentaron a múltiples obstáculos: respuestas inmunitarias poco duraderas, baja eficiencia de producción y problemas de seguridad. La nueva vacuna de ARNm del equipo israelí codifica las secuencias genéticas de dos antígenos clave de Y. pestis —las proteínas F1 y V— en moléculas de ARNm, encapsuladas en nanopartículas lipídicas. Tras la inyección, el organismo produce una respuesta inmunitaria robusta tanto de anticuerpos como de células T.
En ensayos con ratones, la vacuna demostró una eficacia notable:
1.Casi el 100% de supervivencia en animales vacunados expuestos a dosis letales de Y. pestis.
2.Mortalidad total en el grupo de control no vacunado.
Los investigadores subrayan que este es el primer caso en el que se demuestra que la plataforma de ARNm puede proteger contra infecciones bacterianas, ya que hasta ahora se había aplicado casi exclusivamente a enfermedades virales.
Implicaciones estratégicas y de salud pública
La vacuna aún se encuentra en fase preclínica y no ha sido probada en humanos. Aunque la incidencia global de la peste ha disminuido drásticamente, siguen registrándose brotes esporádicos en algunas zonas de África y Asia Central. Además, Y. pestis está catalogada como un posible agente de bioterrorismo, lo que otorga a este avance un valor no solo sanitario, sino también estratégico.



